Capítulo 24.

No me dio tiempo a decirle nada, me agarró por la cintura y me llevó a una limusina que había en la entrada.

-¿Ya nos vamos?-pregunté aturdida.

-Por supuesto y no te preocupes por las maletas ya las han hecho y están en el maletero-contestó divertido mientras me ayudaba a meterme en la limusina.

Todo había sido tan rápido que casi no me di cuenta cuando llegamos al aeropuerto, cuando llegamos allí había cientos de periodistas por todas partes, pero a Michael no pareció importarle lo más mínimo.

Nos subimos a un avión donde sólo íbamos los dos.

Nos pasamos el viaje jugando y haciéndonos cosquillas, yo lo veía feliz y con ese brillo en los ojos que me encantaba, realmente me gustaba verle así.

¿Cuál sería la otra sorpresa que me tenía preparada? Me moría de ganas por saber qué era.

Miraba absorta por la ventanilla que tenía al lado, todo el paisaje...¿Cómo podíamos ser los humanos,unos elementos tan pequeños, formar parte de algo tan grande?

Iba anocheciendo y yo ya estaba cansada de estar metida en el avión.

Me senté al lado de Michael, me abracé a él y me quedé dormida mientras besaba mi pelo.

Era tan dulce.

Michael me despertó al amanecer.

-Despierta-susurró.

-No quiero despertar-dije abrazándome más fuerte a él.

-Muy bien, entonces te perderás ver el amanecer conmigo-al oír eso abrí los ojos como platos y le miré.

-Mira-dijo abriendo la pequeña persiana que cubría la ventanilla.

El sol estaba cubierto por nubes blancas como algodones, el cielo pintado de color salmón y azul me recordaba a cuando me levantaba a las siete de la mañana para ir al instituto.

Hacía ya tanto de eso y mi vida había cambiado tanto.

Cuando miraba las imágenes de Michael que llevaba en mis carpetas nunca me imaginé que veinte años después estaría abrazada a él mientras nos dirigíamos a Italia y veíamos la puesta de sol juntos, me sentía orgullosa de él, de mí y de todo lo que habíamos conseguido juntos, todo lo que habíamos logrado superar.

Después de un rato absortos en nuestros pensamientos Michael rompió el silencio.

-Hace unos años pensaba que me encontraría solo para siempre...-dijo cogiendome de la barbilla.

-¿Ah, si?-susurré mientras le miraba a esos bonitos ojos marrones que poseía.

-Sí, pero cuando te conocí aquel día en el parque botánico supe que tú serías mi chica desde que te miré a los ojos por primera vez-esas palabras hicieron que me sonrojara, a lo que el respondió con una risita y un suspiro-no sabes cuanto te amo-concluyó besándome tiernamente, como solía hacerlo y como me encantaba que lo hiciera.

Me abracé otra vez a él, me gustaba abrazarme a él y sentir su respiración y los rítmicos latidos de su corazón.

Pasó una hora y el avión aterrizó en un discreto aeropuerto, que, inusualmente, estaba lleno de árboles, pero las pistas estaban muy bien hechas.

Michael me cogió de mano y me llevó hasta un sitio vacío pero había uno de esos Jeep, nos subimos en él y nos llevó hasta un maravilloso hotel donde había una persona que me sonaba mucho...